miércoles, 3 de junio de 2020

LA BANDERA DE TODOS 200 años con ella primer ciclo !!!!

Susques es una ciudad muy chiquita, que se encuentra en un lugar llamado Puna de Atacama, bien arriba en el mapa de la Argentina. Está allá en lo alto, muy alto; tan alto que se podría poner una casa sobre otra una vez, otra vez y otra vez, hasta hacer una pila gigante como de seiscientas casas. En Susques hay un jardín de infantes. El jardín se llama 27 de Febrero, que fue una fecha muy importante. Allí van muchos chicos y chicas, todos con nombres bonitos. Entre ellos está Naira, que se ríe mucho y pregunta todo. Naira quiere decir en lengua aymara: “La de los ojos grandes”. Y sí, son grandes de curiosidad. Hoy ella va a la bandera. La maestra la ayuda a engancharla, Naira tira de la cuerda y la bandera sube, sube, sube. Después se queda mirándola y le pregunta a la señorita: –¿Por qué nuestro jardín se llama 27 de febrero? Seño, ¿por qué tenemos una bandera?



Laura, la maestra, le cuenta: –Cuando la Argentina nacía, vivió Manuel. Él quería mucho a las personas, las plantas y los animales de nuestro país. ¡Me gustaría tanto hacer algo para cuidarlas!, pensaba contento. A veces, cuando sabía que algo les dolía, él se ponía triste también... Le gustaban las escuelas. Como en ese tiempo había muy pocas, ayudó a que se hicieran más para que se pudiera aprender a dibujar, leer, coser y hacer cuentas. También quería que se plantaran tantos y tantos árboles y se cuidara la tierra, que crecieran fábricas y navegaran barcos. Necesitamos algo que, al verlo, nos haga sentir unidos, pensó Manuel… ¡una bandera! Entonces, Belgrano (así era su apellido) le pidió a una señora que con tela celeste y blanca, la cosiera. La bandera estuvo lista y un día de verano, al lado del río, la ató a una soga en un palo muy alto y la subió al viento por primera vez. Nuestro jardín se llama 27 de Febrero porque ese día es el cumpleaños de nuestra bandera ¿Vieron sus colores? Son tan distintos a los de estas montañas... ¡Y cómo se mueve!, salta como el agua del arroyo sobre las piedras. Y no se queda quieta. Es como ustedes cuando juegan en el patio un día de sol. Laura, la maestra, le cuenta: –Cuando la Argentina nacía, vivió Manuel. Él quería mucho a las
Fortunato Fontana. Retrato del General Don Manuel Belgrano (1815). Óleo sobre tela. Gentileza del Museo Histórico Nacional.


Entre el Río Paraná y el Río de la Plata hay un lugar con muchas islas verdes, arroyos y ríos de color marrón. Se llama Delta. Entre un arroyo grande llamado Toro y uno chiquito llamado Torito, hay un jardín de infantes. Hace poco le pusieron de nombre Horacio Quiroga, que fue un señor que escribía cuentos sobre la selva y los animales que viven ahí. Los chicos van al jardín en botes y lanchas. Juan está en el muelle esperando que llegue la lancha colectiva. Mientras, mira cómo los peces saltan y hacen piruetas en el aire, sobre el agua que ahora parece dorada con la salida del sol. Cuando se escucha el motor, los peces se esconden. –Hola, Juan, ¿cómo estás? –le dice el conductor de la lancha. Juan mira cómo la trompa de la embarcación rompe el agua levantando la espuma, y le responde: –Ayer me tocó ir a la bandera –enseguida le pregunta: –¿Para qué es la bandera? ¿Por qué hay que subirla y bajarla todos los días? Entre el Río Paraná y el Río de la Plata hay un lugar con muchas islas verdes, arroyos y ríos de color marrón. Se llama Delta. Entre un arroyo grande
Ramón, sujetando fuerte el timón de la lancha, mientras navegaban despacio por el río, le contesta: –Muchas veces, cuando era chico como vos, veía las banderas que se asomaban en los barcos, pasando delante de mi casa en la isla verde. Era lindo en días de mucho viento. No paraban de bailar. Yo pensaba: ¿por qué todos llevan una?
Cuando manejé esta lancha por primera vez, sentí que las banderas se saludaban como yo, con las otras personas. Así, todos los días. Por eso, cada mañana, antes de arrancar el motor, la subo bien alto para que ustedes la vean desde la orilla. A la noche, cuando llego al muelle, la tomo entre mis brazos y los dos nos vamos a descansar. Me parece, Juan, que la bandera sube al mástil para saludarlos cuando llegan al jardín y los acompaña todo el día. Cuando ya termina la tarde, la bajan para que se levante con ganas de jugar a la mañana siguiente.

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